martes, 29 de septiembre de 2015

Dispersión y regreso



Un olor a tostada, el tic-tac
del molesto, un trozo de papel
olvidado en la mesa,

el ronroneo de una gata ensoñada:
“la caricia inherente”, según Eduardo.
Una puerta, una ventana,

una llave quieta, lejana, su tenue sombra;
una gota que no cesa, y mi voz
evaporándose mientras la casa

se reúne, se dispersa, regresa.


(Polvo de ladrillos, 1996)

Cosas en frío




Un alicate, una pila, un lápiz.
Una máquina de escribir, papeles.
Una cuchara, tijera, yerba:
cosas dispersas,
                            reunidas
en fría intensidad,
testigos del que no termina
de coser su vestuario.

(Polvo de ladrillos, 1996)