Desmesurada claridad,
desierta como tajo
en la extensa mirada,
me rasguñás con la tinta
vacía del viento.
Tu silencio me apunta;
tu silencio provoca un animal sin piel:
cachetazo de arena,
detonación en la sangre
descalzando mi cara
borrándome
(El temblor desposeído, 1992)