Soliloquio
en el ómnibus
a
las 6.30 de la mañana:
una
mujer habla por teléfono
pero
parece que hablara sola,
su
voz ocupa
el
lugar de un exacto vacío:
“recién
ahora el auto
está
en condiciones de salir...”.
Su
interlocutor es alguien cuya película
transcurre
en otro paisaje, entre otras caras.
Una
única música: el zumbido
del
motor, avances y retrocesos
chirridos.
A esta hora
las
ventanillas cerradas
no
alcanzan a contener el somnoliento murmullo
ni el bullicio del tránsito.
Qué
te queda sino atender
a
la música oculta, la que inunda
cada
rincón de tu cuerpo
como
ese río que ahora mirás,
abierto
brazo de venas plateadas
donde
estalla el amanecer...
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