miércoles, 16 de noviembre de 2016

Cada día, recojo los limones que se han desprendido.
Después de escuchar la música seca
de la caída
o ya desenrollando el hilo
de otro momento,
los levanto del suelo
o de entre plantas en que anidan.

No siempre hay palabras para recoger,
no siempre el silencio es fértil
entre las piedras.
Pero llega  la tarde y en la lengua
crece una espinita
que espera la noche para madurar y caer
aunque la luna no alumbre
piedra propicia,
aunque la brisa no haya desprendido limones.

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