lunes, 10 de julio de 2017

Cierro los ojos junto al río
me dejo ir mezclar en ese río
de ojos abiertos
de suelto murmullo de cercanía remota

La piedra la orilla de piel, el eco
del caballo que se refleja,
la voz abriéndose a las voces
que me salpican tanto como el agua:
voces de niños que se tiran a la ollita
madres y abuelas que buscan donde
recostar el tronco de sus dulzuras y extender
sus raíces inquietas, parlanchinas
como la cascada que las adentra

La tarde es un tiempo suspendido
entre las nubes y el sol que encuentra
una fisura donde colar sus migas
y es una caída lenta, un abismo vaciado
de la histeria que pesa en el zapato de las ciudades,
cada gota de lo humano
cada pliegue, cada surco del oído


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